Que nadie se asuste, a esta edad lo mismo no me dejarían ni adoptar…, y por la vía habitual los dos tenemos el camino «cortado». Me explicaré entonces. Este viaje a Argentina no deja de ser un viaje no previsto, se ha producido porque la hija menor de Aura, debido a la situación venezolana, decidió hace un par de años intentar rehacer su vida en este país, ya que su esposo es argentino, cordobés por más señas, y a través de algunos contactos le surgió la oportunidad de hacerlo. Luego las cosas han cambiado pero eso es una historia para otro momento. La cuestión es que están viviendo en Carlos Paz y trabajando en Córdoba y su situación parece bien encarrilada, aunque tampoco aquí atan los perros con longanizas…, o con chorizos criollos en este caso.
Cómo hacía tiempo que no se veían y todos estaban deseando el reencuentro, la mamá viajó en noviembre desde Venezuela y yo me vine unos días antes de nochevieja con intención de pasar tres meses con ella y con » los chicos» en un país que, por otro lado, me encanta. Y aquí viene el tema de este comentario: los nietos. Son dos, Diego, de casi once años y Lionel, de dos y medio. Como en esta época están de vacaciones y los padres trabajan, nosotros nos ocupamos del día a día con ellos hasta que llegan. Y me diréis, bueno, no son hijos, son nietos, no te «tires el rollo». Y es verdad, por supuesto. Pero yo tengo tres nietos, a los que he cuidado en muchas ocasiones, sobre todo al pequeño que tiene ahora siete años, y no es lo mismo que pasar todo el día, prácticamente, con ellos durante ya va para mes y medio. Por supuesto que no es como ser padres, he utilizado la hipérbole para remarcar más la experiencia, pero me ha vuelto a recordar aquellos años con mucha viveza.
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