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Espero que no sea la última vez que viajo a América Latina, pero sí que sea muy especial.

Venezuela (2): La «dieta Maduro» o estirar los recursos al límite.

Hace poco más de un año, en pleno desabastecimiento de tiendas y supermercados se popularizó el nombre de «dieta Maduro» para referirse a la situación de escasez, y algo tiene de cierto, según te comenta todo el mundo por aquí. No es que no se vea gente obesa, pero al parecer han disminuido bastante las personas con ese problema al tener que reducir drásticamente el consumo de hidratos y grasas y aumentar el de vegetales, pollo y pescados «baratos», sobre todo sardinas. Para situar de alguna manera lo que contaba en la anterior entrada, el salario mínimo es de 248.500 bolívares mensuales, a lo que hay que añadir 549.000 bolívares del llamado bono de alimentación. Esto ha supuesto una subida del 40% del salario y cerca del 100% del bono respecto a las cantidades aprobadas en noviembre de 2017 aunque pueda parecer una barbaridad, sobre todo teniendo en cuenta que durante 2017 se produjeron SEIS subidas salariales. Reflejo estos datos porque no se conocen datos oficiales sobre el salario medio en el país, aunque los más fiables dicen que entre un 50 y un 60% de los trabajadores cobra el salario mínimo.

El contrapunto es que un kilo de  tomates cuesta 60.000 bolívares, más o menos como 200 gramos de queso y lo mismo que uno de cebollas. De la carne ni hablamos, las costillas para sopa unos 200.000 y un kilo de pollo parecido. Y todo esto es muy relativo, porque la oferta y los precios varían mucho de unas zonas a otras. El Gobierno contraataca, por decirlo de alguna manera, a base de subvenciones y más subvenciones. Reparte cajas de alimentos básicos entre los más desfavorecidos, un reparto bastante irregular y que se sospecha que engorda las arcas de los especuladores en muchas ocasiones y, además, gestionado por el Ejército, eramos pocos… También obliga a mantener los precios de algunos alimentos básicos en algunos mercados y supermercados en los que se forman colas interminables desde horas muy tempranas y cuyas existencias se acaban en poco tiempo.

Últimamente han introducido el llamado carnet de la Patria, un documento que refleja la situación de la familia en cuanto a ingresos, circunstancias y número de miembros y que se supone que va a ser la base para diferentes tipos de ayudas de carácter familiar, mujeres embarazadas, ancianos, niños y jóvenes en edad escolar y un bono por familia dependiendo del número de miembros. Para una familia de cuatro integrantes, es de 660.000 bolívares. De modo que, en el mejor de los casos, los ingresos de una familia media con dos hijos en la que solo trabaje el padre, lo habitual, podría rondar el millón y medio de bolívares mensuales, con los precios actuales…, que queréis que os diga.

Pero todo esto deja fuera a una gran parte de la población que no puede acogerse a estos beneficios aunque no pasan menos necesidades, qué supone ganar medio millón o un millón más al mes? En la práctica muy poco. Además de la desmoralización que genera entre la población todo esto, algunos están dejando de trabajar, entre ellos muchos profesores, porque no les compensa. Por otro lado se desata la especulación a todos los niveles, se retienen alimentos a la espera de que suban los precios y no so!o alimentos, todo tipo de productos, y siempre se justifica por el precio del dólar, algo de lo que hablaré más en la siguiente entrada.

Una importante consecuencia es la delincuencia, que ha conseguido acabar con la vida nocturna de las ciudades e incluso de lugares turísticos como la propia isla Margarita. Es verdad que la prensa de fuera exagera bastante sobre este tema, pero cuando vives aquí, sin que la gente vaya pistola al cinto como en el  Oeste, ni muchísimo menos, ves que la mayoría de los ciudadanos planifica sus movimientos teniendo muy en cuenta este problema.

Otra, de la que nosotros sabemos un poco, es el exagerado volumen que está alcanzando la emigración, sobre todo a los países más cercanos. Se dice, aunque no hay estadísticas fiables, que más de cuatro millones de venezolanos han salido ya del país, una gran parte en los últimos dos años y la mayoría jóvenes bien preparados, aunque obviamente hay de todo. Teniendo en cuenta que el país supera ligeramente los treinta millones de habitantes, el porcentaje, sobre todo en relación al tiempo en que se ha realizado, es espectacular. Y este es uno de los «secretos» de la resistencia de los venezolanos frente a las dificultades, la llegada de divisas que, cambiadas en un mercado negro absolutamente tolerado y del que se beneficia mucha gente, a unos 230.000 bolívares por dólar en este momento, supone unos ingresos extra que permiten sobrevivir a muchas familias. Además de la imaginación, porque casi todo el mundo encuentra la forma de conseguir dinero, ya sea vendiendo una torta casera o «fabricando» helados en la cocina.

Y la verdad es que hay que decir que a simple vista, por lo que se ve en la calle, no hay apenas diferencia respecto a la pobreza en otros países del área. De vez en cuando encuentras gente rebuscando en la basura, pero eso hasta en España lo vemos con alguna frecuencia. Aunque se han hecho muchas cosas últimamente, también las escuelas públicas y los centros sanitarios presentan muchos problemas, especialmente de mantenimiento, así como las carreteras y los medios de transporte en general, los medios aéreos están pasando muy malos momentos, y los autobuses y camiones de recogida de basuras no os cuento, por la falta de repuestos.

Bueno no soy venezolano, solo un simple turista, y no voy a resolver esto, así que me limito a contar mis sensaciones sobre lo que leo, veo y escucho en la calle y en los medios. Pero pese a todo, la verdad es que me encanta este país y me encanta su gente. El sentido de la familia, de la vecindad, de la solidaridad en general es algo que se respira, «malandros» aparte, pero dónde no hay delincuentes, ladrones y estafadores? En la próxima entrada intentaré contar como veo la situación, más que describirla, y prometo que será la última sobre este asunto, pero casi me siento en la obligación de contar estas cosas por ellos, por  Ángela,  por Carmen, por Carlitos, por David, por Yuri, por Luis Guillermo…, y sobre todo por Aura, a quien debo estar aquí y poder disfrutar de su país y de su compañía. En fin, unas fotos de Caracas con mitin chavista en la plaza Bolívar incluido. La principal es de la «casa de Maduro», el palacio de Miraflores, tomada rápida y casi clandestinamente desde el coche porque no se puede parar en las inmediaciones. Tampoco me extraña.

 

Venezuela (1): «Ruleteando» por Isla Margarita.

Ruletear es una de las actividades diarias de cualquier venezolano en estos momentos. Suele comenzar muy temprano, sobre las seis de la mañana haciendo cola en el Banco para poder conseguir algo de dinero efectivo, el máximo que suelen dar por persona y día son 20.000 bolívares, menos de diez céntimos de euro al cambio «real» que todo el mundo maneja, aunque la mayor parte del tiempo se tienen que conformar con la mitad. Para que os hagáis una idea, un cruasan cuesta 34.000 y un cartón con 18 huevos unos 250.000. Pero todo esto, claro, no son precios establecidos, que los hay, por el Gobierno, mucho más económicos, pero cuyas existencias se acaban apenas aparecen en las estanterías. Por supuesto, la mayor parte de las veces en manos de especuladores. El valor real de la moneda se refleja muy bien en la foto superior, un muchacho fabrica bolsos que vende en una calle de Caracas con billetes reales y de curso legal de veinte bolívares.

El ruleteo continua con la búsqueda de productos básicos, la harinapan, con la que se hacen las arepas, el pan de los venezolanos, caseras, las verduras, la fruta, el azúcar, la leche, el café… No siempre se encuentra de todo, aunque pasaron los momentos duros de la falta interminable de productos básicos. Ahora la tragedia es más bien que se te gasten los cauchos del carro o tengas que cambiar el aceite o una puerta de tu casa, ahí vienen los problemas graves porque nunca sabes que puede pasar ni cuando, cómo o por cuanto vas a poder solucionarlo.

Después vienen las farmacias, a la caza de productos con los que literalmente te puedas encontrar, porque cuando los necesitas con urgencia puedes verte sin existencias, de hecho es lo normal. Y para finalizar, repuestos de todo tipo de cosas porque todo es utilizable o al menos intercambiable. En esto, normalmente, se te puede ir la mañana teniendo en cuenta que os hablo de la isla, donde todo está a mano, en las ciudades, solo el banco te puede llevar esa mañana.

La falta de efectivo hace que uno de los carteles que con más frecuencia te encuentras es » Aquí hay punto», o lo que es lo mismo, se acepta el pago con tarjetas. De hecho, un mismo punto se utiliza para varios puestos pequeños, de modo que compras en uno y pagas en otro a quince o veinte metros de distancia. Pero es más, hay lugares en que te venden aceptando el pago por transferencia, en algunos tienes que hacerla antes de salir de allí, con el celular, pero en otros incluso te fían para hacerla cuando llegues a tu casa o al hotel. También hay quien vende efectivo, pero al 100 o 150% e incluso más, es decir que para darte un millón de bolívares, tienes que transferirles dos millones o dos millones y medio. Todo esto no son leyendas, son cosas que en su mayor parte he vivido personalmente, excepto la compraventa de efectivo, pero le ha pasado recientemente a un amigo que tenía que volver a Surinam y al que solo le aceptaban efectivo para pagar los billetes de bus hasta el puerto.

Y ahora os preguntareis: Cuanto gana un venezolano? Como soluciona la educación, la sanidad, el transporte, una familia media? En la próxima entrada hablaremos de este tema. Solo quiero adelantar que a nuestro «al mal tiempo, buena cara», ellos le aplican lo de que » según vaya viniendo, vamos viendo»…

De entrada Panamá City.

Esta vez la entrada a mi tercer viaje a América Latina ha sido a través de Panamá, previa pequeña escala en París. Los precios eran sensiblemente más baratos incluso que a través de Sao Paulo y siendo mi siguiente escala Venezuela, no había duda posible.

Como mi vuelo hacia Valencia y Margarita salía dos días más tarde, hice una parada de dos noches en una habitación reservada a través de AIRBNB cerca del aeropuerto. Un piso muy agradable cuyos dueños eran venezolanos, de Mérida, una joven pareja con un bebé que resultaron ser muy hospitalarios y que se mostraron muy sorprendidos de que quisiera visitar su país en un momento tan complicado. Ellos emigraron hace un par de años y parecen estar muy a gusto en el país a pesar de la evidente falta de amabilidad y casi diría de educación que demuestran en general los panameños hacia cualquiera, pero especialmente hacia los venezolanos que han emigrado de forma bastante masiva al país en los últimos años. Es la primera vez en estos años que tengo que decir esto de la población en general, pero es que es muy evidente y muy llamativo por contraste con el resto de países que visitado.

La ciudad está llena de contrastes, nada novedoso, pero quizás aquí se nota más de lo habitual. El canal concentra muchos intereses económicos y por otro lado no deja de ser un paraíso fiscal, así que hay muchas empresas instaladas más menos ficticiamente aquí como hemos aprendido bien los españoles en los últimos tiempos. Como ya he dicho, pienso volver, así que solo dediqué el día a pasear por el casco viejo, por lo que las fotos son sobre todo de esa parte de la ciudad. Con una mejor conservación podría acercarse más al de Cartagena de Indias, pero parece que la especulación está haciendo de las suyas por esa zona.

Dejo algunas fotos, si la conexión a internet me lo permite, porque ese es uno más de los muchos problemas que sufren los ciudadanos venezolanos a diario. Escribiré sobre ello.