Si alguien quiere meter el dedo en la llaga de la leyenda negra sobre la colonización española en América, desde luego aquí tiene un ejemplo perfecto. Y no es que la ciudad carezca de atractivos, de edificios de interés, incluso de un interés mayor que en otros lugares por mantener las esencias culturales y la preocupación por su Historia, que es la nuestra, con los aspectos positivos y negativos, sino porque la presencia, imponente, del llamado Cerro Rico, la mina de plata más importante de Latinoamérica, de donde se extrajeron sin descanso toneladas y toneladas de plata, muchas de las cuales terminaron en el fondo del mar por diversos motivos, es tan apabullante en el entorno de la ciudad, que casi no deja opción de mirar a otro lado ni de fijarse en los detalles, que los hay de una ciudad que conserva restos coloniales dispersos, esto no es Sucre, pero algunos incluso muy bien conservados. También la presencia indígena es mayor aquí y se nota desde la calle a los mercados, pasando por los innumerables puestos de comida de todo tipo , algunos de un tamaño realmente mínimo pero que no paran de servir a sus clientes durante todo el día. Porque otra cosa no sé, pero los bolivianos se pasan el día comiendo sin parar. En condiciones, muchas veces, en las que a alguna persona que conozco sería incapaz de probar bocado, pero os aseguro por mi experiencia que son cosas ligeras…, o no tanto, pero siempre sabrosas y muy apetecibles, a pesar de que el olor al aceite de oliva brilla por su ausencia, obviamente. Y en cuanto a la fruta y la verdura, ya lo había visto antes, pero quizás aquí es donde he notado mayor profusión en los mercados locales y, desde luego, mayor variedad.
Claro que siempre hay motivos para dedicarle un monumento a algo
o incluso un museo mínimo
pero de donde no hay es difícil sacar nada y hoy en día los esfuerzos necesarios y el gasto económico que supone extraer un poco de plata tiene unos enormes costes económicos y ecológicos, lo que no impide dedicar un ratito al día al fútbol, lo cortés no quita lo valíénte.
Pero como ya he dicho, afortunadamente aun quedan muchas cosas que recuerdan algo de su pasado cuando sus días eran mejores y los españoles y los criollos de dinero aún construían edificios de cierto interés. Y sobre todo queda el actual interés por la recuperación de la ciudad, sobre todo de la Casa de la Moneda, donde se acuñaban los lingotes que, en su mayoría, se enviaban a la península.
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