Hoy me permito un homenaje a mi padre, que como tantos jóvenes madrileños de entonces, él tenía 20 años, buscaron donde pudieron un fusil (él tuvo que esperar a que cayera un compañero para coger el suyo) para defender al Gobierno legítimo de la segunda República frente a los militares golpistas. Salud, papá, a ti, a mi padrino y a tantos otros héroes anónimos que fuisteis capaces de derrotar aquel 18 de julio del 36 a un ejercito profesional, solo con coraje y sentido de lo que era justo, casi sin armas y sin la más mínima preparación militar. Por tu rehabilitación y por tu recuerdo y por los de tantos como tú: ¡¡¡Viva la República!!!
