¡¡Tatatachán: El Salar de Uyuni!!!

Como podéis ver una de las cosas típicas que se hacen en el Salar es un montón de tonterias en grupo, al atardecer, cuando baja el sol y los reflejos en el agua superficial que cubre ligeramente la base de sal produce reflejos verdaderamente espectaculares. Nuestro grupo estaba formado por tres jóvenes taiwanesas, un alemanote joven bastante grandón y un matrimonio de «veteranos» de origen coreano. El conductor-guía-fotógrafo no tenia ni idea de inglés, así que ¡¡¡alucinar en colores!!!, me tocó hacer de traductor casi todo el tiempo, menos mal que el muchacho no hablaba mucho y el sitio es tan espectacular que tampoco da para muchas preguntas, casi exclusivamente para disfrutarlo. Las dimensiones son enormes, de hecho no ves el final en muchos sitios ni siquiera desde el restaurante, un antiguo hotel, construido con bloques de sal, que llegó a funcionar como tal un tiempo, aunque se ve que las dificultades de mantenimiento eran muy grandes y ha terminado convertido en una mezcla de restaurante autoservicio, porque la comida la lleva el guíáy él es quien pone la mesa y organiza todo, y pequeña tienda de recuerdos, fundamentalmente tejidos típicos de la región y figuras de sal blanca y de sal negra, que también hay. La impresión que produce aquello, francamente, me faltan palabras para describirlo. La luz, los brillos, los cielos, estábamos rodeados de tormentas en algunos momentos aunque no cayó una gota, los reflejos, la sensación de los espejismos habituales en las zonas desérticas… El silencio, en cuanto te separabas un poco del grupo y a pesar de las decenas de 4X4…, en fin, algo para vivirlo. El show de las fotos y los vídeos, al final te resulta hasta simpático, pero cuando llega el atardecer y cae el sol definitivamente, yo creo que se te encoge un poco el corazón. Es, sencillamente, demasiado sobrecogedor. Es una pena que las fotos no consigan transmitir del todo las sensaciones, pero como no tengo otra cosa y si sigo escribiendo no sabría mas que acumular adjetivos, os dejo con ellas. Espero que las disfrutéis en lo posible.



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SOBRE MI

Nací en 1953 en Carabanchel, recién incorporado al municipio de Madrid como un barrio periférico de obreros e inmigrantes, no muy distinto de lo que es ahora. Siempre me ha gustado la vida de barrio y me he identificado con él, yo que repudio fronteras, banderas e himnos más o menos por igual. Pero en el fondo sigo siendo aquel chaval al que los vecinos y las vecinas conocían como «el chico de la Antonia». Por muchos años…, sin exagerar.

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