Esta vez la entrada a mi tercer viaje a América Latina ha sido a través de Panamá, previa pequeña escala en París. Los precios eran sensiblemente más baratos incluso que a través de Sao Paulo y siendo mi siguiente escala Venezuela, no había duda posible.
Como mi vuelo hacia Valencia y Margarita salía dos días más tarde, hice una parada de dos noches en una habitación reservada a través de AIRBNB cerca del aeropuerto. Un piso muy agradable cuyos dueños eran venezolanos, de Mérida, una joven pareja con un bebé que resultaron ser muy hospitalarios y que se mostraron muy sorprendidos de que quisiera visitar su país en un momento tan complicado. Ellos emigraron hace un par de años y parecen estar muy a gusto en el país a pesar de la evidente falta de amabilidad y casi diría de educación que demuestran en general los panameños hacia cualquiera, pero especialmente hacia los venezolanos que han emigrado de forma bastante masiva al país en los últimos años. Es la primera vez en estos años que tengo que decir esto de la población en general, pero es que es muy evidente y muy llamativo por contraste con el resto de países que visitado.
La ciudad está llena de contrastes, nada novedoso, pero quizás aquí se nota más de lo habitual. El canal concentra muchos intereses económicos y por otro lado no deja de ser un paraíso fiscal, así que hay muchas empresas instaladas más menos ficticiamente aquí como hemos aprendido bien los españoles en los últimos tiempos. Como ya he dicho, pienso volver, así que solo dediqué el día a pasear por el casco viejo, por lo que las fotos son sobre todo de esa parte de la ciudad. Con una mejor conservación podría acercarse más al de Cartagena de Indias, pero parece que la especulación está haciendo de las suyas por esa zona.
Dejo algunas fotos, si la conexión a internet me lo permite, porque ese es uno más de los muchos problemas que sufren los ciudadanos venezolanos a diario. Escribiré sobre ello.